
Tal día como hoy, hace quince años, veía la luz el último capítulo del manga Fullmetal Alchemist, creado por Hiromu Arakawa, después de casi una década de publicación ininterrumpida durante la cual se consagró como uno de los títulos más queridos del manga del siglo XXI.
Un intercambio (no tan) equivalente
El caso de Fullmetal Alchemist resulta paradigmático del conflicto que, en ocasiones, surge al adaptar rápidamente los mangas más populares del momento a formato televisivo.
Un primer anime de Fullmetal Alchemist se estrenó en 2003, apenas dos años después de que se publicase el primer capítulo del manga en la Shônen Gangan de Square Enix. Los tiempos televisivos se impusieron sobre el ritmo de publicación del manga, y esta primera serie contó con 51 episodios emitidos semanalmente hasta 2004.
Así, tras los primeros episodios, este primer anime quedaba huérfano de historia que adaptar, más allá de las directrices de Arakawa sobre hacia qué punto debía dirigirse la historia. Aunque en un primer momento esta primera serie tuvo mucho éxito, a medida que el manga seguía publicándose, las necesidades concretas de la historia llevaban a Arakawa por derroteros diferentes a los previstos, de forma que pronto el anime quedó obsoleto como adaptación y comenzó a despertar cierto rechazo entre los fans.
Hasta aquí, Fullmetal Alchemist sigue un esquema que se ha repetido hasta la saciedad y que ha marcado el devenir de algunas de las franquicias audiovisuales más queridas o esperadas, sobre todo en los dos miles y años posteriores.
Lo que resulta paradigmático del caso de FMA es que, ante esta percepción de que el manga y el anime partían del mismo punto para seguir caminos cada vez más separados; en 2009 se tomó la decisión de producir un nuevo anime, que enmendase este conflicto.
A la segunda va la vencida
De esta manera surgió Fullmetal Alchemist: Brotherhood, un nuevo anime que adaptaba en sesenta y cuatro capítulos la historia planeada por Arakawa, siguiendo con fidelidad los hitos que se habían visto en el manga, incluido el final (que se publicó el 4 de julio de 2010, apenas unos días después de que terminase la emisión del anime).
Las primeras noticias acerca de Fullmetal Alchemist: Brotherhood despertaron ciertos recelos en los fans, cosa natural teniendo en cuenta los precedentes. Sin embargo, desde el momento de su estreno, quedó claro que esta nueva producción sabía perfectamente lo que tenía que hacer para contentar a propios y extraños.
Toda la prudencia inicial se tornó en entusiasmo con el estreno del primer episodio. FMA: Brotherhood se convirtió en un éxito. Aclamada por la crítica y por el público, Brotherhood ha recibido puntuaciones muy elevadas en sitios como myAnimeList (donde se mantiene en el top 3 de manera casi permanente, en un ranking de popularidad), IMDB (superando el 9 en una puntuación ponderada sobre 10) o Rotten Tomatoes (donde, en el tomatómetro de la crítica, luce un orgulloso 100% de frescor; y un 93% en el palomitómetro que recoge los votos del público).
Lo más curioso de toda esta historia es que esta nueva adaptación corría a cargo del mismo estudio que había realizado la primera: BONES, fundada por miembros de Sunrise, responsable de títulos como RahXephon, Wolf’s Rain, Ouran High School Host Club o Soul Eater, y que después se ocuparía también de otros como Noragami, My Hero Academia, Mob Psycho 100 o Bungô Stray Dogs.
Quizás lo lógico hubiera sido recurrir a un estudio diferente, aunque solo fuera por ser rupturista con la adaptación anterior. Sin embargo, se apostó por repetir estudio, entre otras cosas, porque la calidad técnica estaba fuera de toda duda. Aun así, BONES dio el extra, y convirtió a Fullmetal Alchemist: Brotherhood en un alarde de las mejoras técnicas que el estudio había llevado a cabo entre una producción y otra.
Al frente del proyecto quedó Yasuhiro Irie, figura más que consagrada desde sus inicios en Sunrise. Irie fue responsable de animación clave en algunos episodios de series tan reconocidas de los años noventa como La visión de Escaflowne o Cowboy Bebop; también fue animador clave en largometrajes para Sunrise y Toei (Digimon Adventure Movie, 1999). En Escaflowne, además, ejerció como director de animación para algún episodio. Durante esa época, colaboró también en la animación clave de Utena, la chica revolucionaria, para J.C. Staff (concretamente, en el episodio 4 y en el opening). En la década siguiente, Irie trabajó en el opening de la primera versión de Fullmetal Alchemist, por lo que estaba sobradamente familiarizado con el proyecto. Irie debutó en la dirección de series con Kurau: Phantom Memory (2004), y Brotherhood fue el primer gran proyecto a su cargo. En años más recientes, Irie ha desarrollado roles relevantes en algunos destacados proyectos, como Darling in the Franxx, Sword Art Online y, más recientemente, en la adaptación de Oshi no Ko.
Steampunk a la japonesa
La obra de Arakawa se convirtió en una de las más representativas de una época en la que el steampunk salió del nicho de la ciencia ficción de regusto histórico para convertirse en una estética tremendamente popular.
Y es que el steampunk había sido un concepto minoritario hasta que en 1999 llegó a los cines una superproducción de Hollywood cargada de estrellas: Wild Wild West. La película protagonizada por Will Smith, Kevin Kline y Salma Hayek quizás no fue el fenómeno esperado en cuanto a la recepción por parte de la crítica (arrasando en los premios Razzies del 2000), pero descubrió a varias generaciones el potencial de un “nuevo” tipo de ciencia ficción, con propuestas que iban de lo retrofuturista al desarrollo alternativo de la ciencia, abriendo la puerta a nuevas ambientaciones.
Quizás no fuera la mejor película de su año, pero está claro que Wild Wild West creó tendencia. En los años posteriores, fueron varias las películas que recurrían a una ambientación similar. Solo en Disney encontramos dos: Atlantis: El imperio perdido (2001) y El Planeta del Tesoro (2002); que se anticiparon ligeramente a blockbusters como Van Helsing (2002), La liga de los hombres extraordinarios (2003), la versión de La vuelta al mundo en ochenta días de 2004 con Steve Coogan y Jackie Chan, El secreto de los hermanos Grimm (2005)… este goteo de obras que abrazaban en mayor o menor medida la estética steampunk fue fundamental para que terminase convirtiéndose en una opción estilística.
Aunque el peso estético del steampunk en Fullmetal Alchemist es limitado en comparación con otras obras del estilo, la manera en la que Arakawa integraba elementos steampunk, victorianos y de la Revolución Industrial decimonónica para desarrollar su propio universo de fantasía ligera resultó cautivadora para el público y dio a FMA una identidad muy marcada que sería clave para su éxito internacional.
A nivel local, Fullmetal Alchemist no resultaba tan novedoso, en tanto que el steampunk audiovisual había sido un poco más prematuro en su desarrollo en el País del Sol Naciente. Allí, podemos rastrear los comienzos del steampunk en el cine de animación de la mano de Hayao Miyazaki, con algunas de sus obras pre-Ghibli (Conan, el niño del futuro, de 1978, Nausicaä del Valle del Viento, de1984) y en muchas de las obras de Studio Ghibli desde su primera película oficial, Laputa: el castillo en el cielo (1986), que adaptaba libremente Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne.
En los años noventa, el steampunk tuvo una presencia relativamente importante en el mundo del anime. Ya en 1990, otro grande del anime, Hideaki Anno, abordó su primer proyecto largo como director, Nadia: el secreto de la piedra azul, una serie de 39 episodios que también adaptaba libremente el clásico de Verne. En 1996, el steampunk volvía a la televisión de la mano de Shôjo Kawamori y La visión de Escaflowne.
A partir del 2000, la influencia del steampunk en el anime fue todavía mayor. Fullmetal Alchemist fue un ejemplo temprano y exitoso, pero no fue el único producto audiovisual en seguir esta tendencia. Por un lado, en televisión, ahí tenemos los ejemplos de Last Exile en 2003 (más cercano quizás al dieselpunk), D-Gray Man en 2006 o Ataque a los Titanes en 2013.
En la gran pantalla, el año clave fue 2004. Ese año, Studio Ghibli estrenó Howl. El castillo ambulante, mientras que otro gran maestro del anime, Katsuhiro Otomo, estrenaba Steamboy, la que posiblemente sea la película por excelencia del género en Japón.
La llegada de Fullmetal Alchemist: Brotherhood venía a consolidar esta tendencia: por un lado, confirmaba el interés creciente, por las singulares casuísticas de su producción expuestas más arriba; por otro lado, se convertía en obra de referencia para el género.