¡Celebra la fiesta del amor con SelectaVisión!

En SelectaVisión nos ponemos pastelosos para celebrar uno de los días más románticos del año. En este día de San Valentín, repasamos nuestro catálogo de en busca de las historias de amor que de un modo u otro nos han dejado huella.

Porque, como bien sabía Masaaki Yuasa, El amor está en el agua, en el aire, y también en el anime. Y también lo sabía Hayao Miyazaki cuando hizo que el icónico ladrón de guante blanco Lupin III se topase con una novia a la fuga en El castillo de Cagliostro: el amor no siempre tiene un final feliz, pero qué bien queda un vestido de novia en la pantalla.

Comer perdices

Porque al final, una boda con vestido de princesa era un sueño recurrente de muchas jovencitas de los años noventa. Ahí tenemos a Usagi Tsukino suspirando por el Señor del Antifaz. Pero los matrimonios hay que desearlos, o si no, puede dar lugar a toda una trama de enredos amorosos como le pasaba a Ranma y Akane en Ranma ½ (el hecho de que Ranma se convirtiese en chica con el agua fría solo era una complicación añadida, en realidad). Hay, incluso, quien ve el matrimonio como una tapadera para poder llevar a cabo sus misiones supersecretas, como le ocurre a los Forger en Spy X Family.

También está la complicación de encontrar a la persona adecuada, sobre todo cuando las amenazas contra la humanidad son constantes. En Dragon Ball (en Z, concretamente), Krillin nos enseñó que no importa lo secundario que seas, el amor verdadero se encuentra donde menos te lo esperas, incluso en el bando contrario. El matrimonio de Krillin con C-18 no es el único ejemplo de que el amor también puede surgir entre puñetazo y puñetazo: ahí tenemos a Goku y Chichí felizmente casados, a Bulma viviendo un perfecto amor juvenil con Yamcha antes de encontrar a su media naranja en Vegeta, a Trunks y Mai demostrando que al amor le queda mucho futuro, aunque la humanidad peligre.

Inseguridad adolescente

Otras veces, es el corazón el que complica las cosas, sobre todo hay más de un implicado. Y es que, sobre todo entre adolescentes, es muy fácil no ver las señales, dudar o sentir una revolución hormonal que te nubla el entendimiento, por mucho que tengas a todo el Cosmos de tu parte. Le pasó a Naruto, que tardó setecientos capítulos y nueve películas en darse cuenta, le pasaba a Johnny con Sabrina y Rosita, le pasó a Seiya con Shaina de Ofiuco y la mismísima Afrodita, ¡hasta a Yukino Miyazawa, la protagonista de Kare Kano, vio tambalearse sus sentimientos por Arima! Claro, no es de extrañar, después de cómo presentó Hideaki Anno las relaciones en Neon Genesis Evangelion, y especialmente en el caso de Shinji, Asuka y Rei.

El corazón adolescente es voluble, pero capaz de sentir con una intensidad inusitada. A veces esto conlleva roces y tensiones, y si no que se lo digan a Kagome: ni con Inuyasha, ni con Koga, es capaz de tener un poco de paz (aunque hay que reconocerle como pionera en eso de echarse un novio golden).

Amar el amor

En Inuyasha también tenemos un ejemplo de otra actitud ante la vida y ante el amor: Miroku, el monje, está enamorado de la vida y sus bondades, y es ese espíritu un poco hedonista el que le convierte en un mujeriego empedernido.

Al final, no tiene por qué ser amor verdadero. Hay quienes se conforman con reprogramar un NPC para que se enamore de uno en el ocaso de los tiempo, y luego descubren que en realidad, los tiempos no estaban acabando sino que daban inicio a una nueva vida, como le pasó a Ainz con Albedo en Overlord.

Al haber quedado atrapado en un videojuego, Ainz tuvo cierta capacidad para intervenir en el nuevo mundo de fantasía, pero no le ocurrió lo mismo a los protagonistas de otros isekai, que aterrizaron en distintos mundos de fantasía ya configurados, y el contraste entre ellos y sus nuevos hogares les da un atractivo irresistible entre la población femenina local: Bell Crane tiene que quitarse de encima a todo un panteón en Danmachi, mientras que la supervivencia de Hajime Nagumo en Arifureta tiene mucho que ver con que sus compañeras de viaje estén perdidamente enamoradas de él. La diferencia entre especies no tiene por qué ser un problema en estos casos, como nos demuestra el michi de Beheneko.

Fantasías sobre la fantasía

Aunque, si algo nos gusta de verdad del anime y el amor, eso son los shippeos. Porque hay veces que los creadores y guionistas no ven lo evidente: que la química entre dos personajes, en la vida real, funcionaría como un imán irresistible. Todos tenemos en mente alguna relación “extraoficial” que no es canon ni se le acerca, a pesar de que sabemos que no podría ser de otra manera. ¿Cuál es tu favorita? ¿Qué pareja del anime querrías que te adoptase? ¿Cómo vives tú el romance en tu serie favorita? ¡Cuéntanoslo en redes sociales!

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